El creador de Fitness Revolucionario ofrece algunas claves fundamentales que pueden servir de guía a la hora de tratar las molestias propias de algunas lesiones típicas del running.
Correr puede llegar a ser un tipo de ejercicio ciertamente lesivo. Un porcentaje muy elevado de quienes lo practican han tenido en alguna ocasión lesiones en el pie, en las articulaciones (rodilla, cadera y tobillo), en los músculos (pantorrillas, isquiotibiales y cuádriceps) o en los tendones (de Aquiles, de la rodilla y de los tobillos).
Al tratarse de una actividad cíclica de alto impacto para el aparato locomotor es normal que las articulaciones y músculos se resientan, sobre todo si no tenemos en cuenta aspectos tan importantes como el tipo de calzado más adecuado o la intensidad del entrenamiento, que en ocasiones llevamos más allá de los recomendable.
De ahí, que algunas lesiones que cursan con inflamación sean relativamente recurrentes, aunque puede que no siempre las tratemos como corresponde. “Antiguamente se recomendaba el protocolo RICE, es decir reposo, hielo, compresión, y elevación, si atendemos a sus siglas en inglés. En la actualidad el reposo ya no se recomienda porque es lo peor que podemos hacer y debemos empezar a movernos lo antes posible, aunque obviamente respetando las señales de dolor que tenemos”, explica Marcos Vázquez.
Una afirmación que el creador de Fitness Revolucioinario y divulgador de temas relacionados con actividad física, nutrición y salud, sostiene en base a la literatura existente que obra en nuestro poder. “Hay estudios que aseguran que si te lesionas una extremidad, como una pierna o un brazo, entrenar la contraria reduce la pérdida de masa muscular en la extremidad lesionada por el llamado efecto contralateral”, explica tomando como referencia un trabajo publicado en Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism.
¿Es bueno aplicar hielo tras una lesión?
Ahora bien, más allá de que sea recomendable no parar del todo, ¿qué sucede momentos después de sufrir un percance? “La utilización de hielo tampoco se aconseja actualmente. Esa inflamación que se produce tras una lesión no sólo no es mala sino que es necesaria. Es la primera fase del proceso de curación -al que siguen el de proliferación y remodelación- y varios estudios indican que si reducimos demasiado la inflamación aplicando mucho hielo vamos a perjudicar las fases posteriores y la recuperación será peor”, asegura Vázquez, que se basa en estudios como el publicado en The American Journal of Sports Medicine o en artículos médicos como el publicado por MUSC Health.
Así pues, por este motivo “muchas revisiones desaconsejan ya estas primeras partes del protocolo RICE”. “De hecho, el propio doctor Gabe Mirkin, que inventó este método a finales de los 70, reconoció que fue un error y tampoco lo aconseja. Algo que le honra”, añade el experto.
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¿Hielo en las Lesiones?
No obstante, que se desaconseje no significa que esté prohibido ni que sea una recomendación escrita en piedra. “En cualquier caso, siempre hay excepciones. Primero, el frío tiene un efecto analgésico y si te duele mucho aplicar un poco de hielo te puede ayudar porque no va a impactar de manera relevante en la inflamación o, si esta es demasiado grande, aplicar algo de hielo de manera intermitente puede ayudar a regularla”, explica.
“En resumen -concluye- como regla general es mejor no aplicar hielo, o desde luego no por sistema como se hacía antes, aunque no es una recomendación estricta y en cada caso se puede ajustar”.
Así pues, sobre todo en el caso de lesiones agudas comunes de los tejidos blandos, como pueden ser esguinces, torceduras o contusiones, así como la tendinitis y bursitis, es recomendable que la inflamación haga su trabajo como parte del proceso y el uso de hielo debe quedar reducido exclusivamente a su capacidad como analgésico o regulador de la inflamación. Pero no usarlo por sistema ni más tiempo del necesario.
Fuente: Runners World España
